El archivo de la página web corporativa se enriquece hoy con otro ilustrativo trabajo sobre la Hermandad. Se trata de un interesante y jugoso artículo redactado por N. H. Manuel Jesús Jiménez Perona, quien analiza las características procesionales de la Cofradía a lo largo de sus tres siglos largos de antigüedad.
Publicado en 2018 en «Semana Santa de Osuna», revista anual editada por el Consejo Local de Hermandades y Cofradías, el autor tomó como referencia documental nuestro archivo histórico. En ese momento, Jiménez Perona ostentaba el cargo de secretario en la junta de gobierno de la Real Esclavitud.
Desde hoy, el sugestivo texto queda a disposición de todos los hermanos y devotos en la sección dedicada a las publicaciones sobre la Hermandad. 


Los retablos itinerantes de Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora y Madre de los Dolores (2018)


Una mirada al pasado patrimonial de la Hermandad de Jesús Caído y puesta en valor del estilo procesional ursaonense.


El objeto del paso procesional en los cortejos de las cofradías, viene a ser el mismo que el del retablo que alberga una imagen en el templo. Por un lado, el retablo de una capilla podría denominarse como una "máquina de oración" que sustenta la iconografía y estética de la imagen devocional. A su vez, muy a menudo cumplen con una función catequética de cara a las persona que los contemplan; por otra parte, el paso procesional, otrora denominado urna o parihuela, cumpliendo las mismas funciones, viene a sustituir la figura del retablo estático para ser portado por las calles en las procesiones de penitencia o gloria de las diferentes hermandades.

Ya en los estatutos fundacionales, redactados por Don Manuel de Ávalos y Pimentel en 1705, se recogían dos procesiones de la Sagrada Imagen de Nuestro Padre Jesús Caído: una claustral el último domingo del novenario, con los hermanos delante de la Comunidad (de Padres mercedarios), con sus cirios o hachas y las hermanas irán detrás de la Imagen, todos vestidos con sus túnicas negras [1] de manera que el Fundador y la Junta nombrarán los Hermanos que han de llevar al Señor en la procesión de los novenarios para que no haya competencia alguna [2]. La otra salida procesional, esta vez externa, tenía lugar el Domingo de Ramos, especificándose que «los pasos que han de salir en esta procesión han de ser el de Nuestro P. Jesús Caído, Nuestra Señora de la Soledad y San Pedro llorando llevados a hombros por Hermanos de esta Humilde Hermandad dando la limosna que convenga» [3].

Desconocemos en qué tipo de peana procesional o parihuela sería llevado por aquel entonces Nuestro Amantísimo Titular por las calles de Osuna o en el interior de la nave de la iglesia de la Merced. Será en 1873, cuando de nuevo tenemos referencia a los pasos que la cofradía ponía en la calle, esta vez gracias a la información contenida en un inventario redactado ese mismo año y que dice así: «Paso nuebo de Jesús: un trono nuebo con dos cuerpos, el primero calado y dorado con visos encarnados de terciopelo de lana, el segundo liso dorado y blanco, con una columna y un reclinatorio en la misma forma. Cuatro candelabros de hierro de cinco bombas cada uno. Un banco de madera para colocar el paso para que lo conduzcan hombres por debajo con una caída de damasco encarnado de lana para cubrir dicho banco. Y provisto todo el paso de sus correspondientes tornillos». El texto del inventario continúa así: «Paso nuebo de la Virgen: Un trono nuebo calado blanco y dorado con visos para los calados de felpa azul. Cuatro candelabros dorados y blancos de hierro, forjados de madera para cinco bombas cada uno higuales a los de el trono de Jesús Caido. El palio de terciopelo azul con cuarenta y ocho estrellas de plata, seis remates de las varas de el palio. Un banco de madera para colocar el trono para que lo conduzcan hombres por debajo con caídas de damasco azul de lana que lo cubre todo. Y provisto todo de sus correspondientes tornillos» [4].

Por la descripción detallada de dichos pasos o tronos llegamos a varias conclusiones. Por un lado, la hechura de los mismos es reciente, tal y como se especifica, pudiéndose encuadrar el estilo de los respiraderos en el neobarroco floreciente en el siglo XIX en contraposición al estilo impuesto por la Orden del rey Carlos III, que pedía la sustitución de retablos de madera por jaspes, mármoles y estucos, materiales difíciles de aplicar en las andas procesionales por motivos diferentes como son la exposición al aire libre de las piezas, el peso al ser portados y la oposición al gusto popular, anclado en la exuberancia del Barroco, 5 por mucho que los artistas hubieran aprendido a imitar el efecto de estos materiales en la socorrida y habitual madera.

¿Qué aportamos como novedad? Podemos afirmar que las andas procesionales que se contemplan en los primeros testimonios fotográficos que conserva la Hermandad, bien podrían tratarse de los mencionados pasos en este inventario. Nuestra hipótesis se sustenta en la certeza de que responden a un mismo esquema de proporciones, situación de cartelas, y recursos estilísticos basados en motivos vegetales de roleos de acanto, todo ello nos lleva a pensar en la mano del mismo tallista, cuya identidad desconocemos a día de hoy. En segundo lugar, nos centraremos en la forma de llevar estos pasos, puntualizándose que eran conducidos por hombres por debajo; de nuevo nos dirigimos a las actas fundacionales donde ya se ordenaba «que si los tres pasos quisieren llevarlos los Hermanos en sus hombros dando la limosna que convenga, no se consienta que los lleven otros que los Hermanos de esta Humilde Hermandad sino es en caso que los dichos Hermanos no tengan posibles para poderlos llevar y teniéndolos se les admitirán las pujas en cavildo al que más diese» [6].

De estas directrices entendemos que los pasos eran portados por lo que hoy día llamaríamos cuadrilla de hermanos costaleros, siendo el puesto preferente para ellos. Nos llama la atención como ya entonces se pagaba un donativo a la Hermandad por llevar los pasos o incluso se contemplaba la posibilidad de la puja en caso de haber más hermanos dispuestos a llevarlos, lo cual no es cuestión baladí si tenemos en cuenta la obligación de los hermanos de sufragar el coste de la cera de la procesión así como de las misas cantadas del novenario.

Por último y a mi juicio, el dato más llamativo e interesante que aquí se recoge, es la mención al palio de la Virgen de los Dolores, ya en su origen de color azul oscuro, así como la saya, manto y caídas del paso, formando un conjunto de sobrio cromatismo que aún hoy se mantiene, de esta manera estaríamos ante lo que bien podría tratarse del primer palio para dolorosa del que hay constancia documental en las Hermandades de Osuna.

Estos pasos procesionaron hasta principios de los años 60, pues según testimonio de N.H. don Emilio Cecilia Franco, Hermano Mayor por entonces, se vendieron, el paso del Señor a la localidad vecina de Lantejuela mientras que el de la Virgen fue vendido al vecino municipio de El Rubio. Actualmente Nuestro Padre Jesús Caído procesiona sobre paso barroco de caoba obra del tallista ursaonense D. Antonio Álvarez, hermano de la Hermandad quien lo donó en 1962; mientras que Nuestra Señora y Madre de los Dolores se entroniza cada Jueves Santo sobre el paso de plata realizado por Manuel de los Ríos con varales de Orfebrería Villareal, obra también perteneciente a la década de los 60.

Manuel Jesús Jiménez Perona


BIBLIOGRAFÍA

1. Copia de la Regla de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Caído. Osuna 1879. p 31

2. Copia de la Regla de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Caído. Osuna 1879. p 48

3. Copia de la Regla de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Caído. Osuna 1879. p 37

4. Inventario de los efectos y alajas propios de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Caído y Ánimas. Osuna

1873. Pp 126-129

5. MANUEL J. ROLDÁN. Neoclasicismo y cofradías: el estilo que fracasó. Sevilla 2016

6. Copia de la Regla de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Caído. Osuna 1879. p 37

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