La Merced tras el derrumbe de 1964

En el mes de Marzo de 1964 se derrumbó la bóveda central de la iglesia de la Merced de Osuna, dejando a la intemperie el interior del templo; allí se encontraba un bello retablo que estuvo a punto de perderse por las inclemencias del tiempo, al que estuvo sometido varios meses. Dentro de lo malo, ocurrió lo mejor pues sus características y medidas se ajustaban a las necesidades de la Hermandad del Cristo de las Tres Caídas, Nuestra Señora de la Esperanza y San Juan Evangelista que por entonces terminaba la capilla de los marineros de la trianera calle Pureza.

Una representación de la misma, llamada por un hermano de Jesús Caído, acudió a Osuna para examinar el mencionado retablo y todos sus miembros concordaron que podría ser perfectamente la pieza que adornase la cabecera de la nueva capilla de la Hermandad. Por ello el hermano Mayor don Francisco Fernández Muñoz se dirigió, el 19 de Mayo de 1964, al cardenal Bueno Monreal, solicitando la concesión a la Hermandad de la Esperanza de Triana del retablo que se hallaba en el destruido convento de la Merced de Osuna. En la carta al cardenal se señalaba que "dicho altar se encuentra totalmente a la intemperie y por tanto con grave peligro que se pierda por efectos del sol y las lluvias. Es más, en el estado actual del convento cabe temer que un nuevo derrumbamiento lo haga desaparecer". Menos de cuatro meses después, el 8 de Septiembre de 1964, el arzobispo de Sevilla emitió un decreto concediendo en propiedad dicho retablo a cambio de 50.000 pesetas que fueron sufragadas por la Hermandad.

La tarea de desmontar el retablo fue encargada al maestro dorador Antonio Sánchez González, quien realizó cuidadosamente su reconstrucción; este trabajo se concluyó en Mayo de 1965, por lo que el día 23 de dicho mes fue expuesto al público y bendecido por el cardenal Bueno Monreal. El retablo es obra de Francisco Maria de Ceiba, del que se tienen amplias noticias gracias a un artículo de Doña Rosa Moreno Ortega, publicado en la revista de Semana Santa de 1.988. Por el sabemos que el 26 de Septiembre de 1.716 Francisco Maria de Ceiba contrata la ejecución del retablo mayor del convento de mercedarios. El dinero para la ejecución de este retablo fue donado por Don Alonso Guerrero Chamizo dignidad de Maestre de la Insigne Iglesia Colegial, siendo el objeto del mismo para el culto y adorno de mi madre y señora de la Merced que está colocada en dicho convento en la Capilla mayor y que ocuparía el camarín previsto en el proyecto de Ceiba.

El retablo arquitectónicamente se compone de dos cuerpos y tres calles, separadas por estípites y con temas de hojarasca. En la calle central el mencionado camarín, en el ático se halla un relieve de Dios padre y en la puerta del sagrario otro de Cristo redentor, dos Ángeles lampareros y cuatro Santos de cuerpo natural. En su ubicación actual conserva el programa iconográfico mercedario a excepción de la imagen de Maria de la Merced Comendadora que se conserva en el Convento de las Mercedarias, más conocido por las descalzas ó Monasterio de la Encarnación de nuestra localidad.

En la década de los sesenta el panorama de nuestro patrimonio artístico es sombrío dado que al hundimiento de la Merced, se suma el estado de la Colegiata que es amenazante así como el de Santa Clara que unido al derrumbe de San Francisco veinte años antes conforma un escenario lastimoso para la conservación de nuestros monumentos. Es entonces cuando con el impulso impagable de Don Manuel Rodríguez-Buzón se crea el Patronato de Arte, para que sea defensor, restaurador, conservador y vigilante de nuestro Patrimonio artístico.

De esta manera y según Doña Mercedes Mora de los Reyes, museóloga y directora de las obras posteriores (2001), se acomete la empresa de la reconstrucción del Convento y, que se inician en 1971 por parte de la Dirección General de Arquitectura del Ministerio de la Vivienda, tras las gestiones realizadas por el Patronato de Arte de la Ciudad.

La restauración de la bóveda y las cubiertas conllevó derribos generalizados en el resto de la edificación. Se cambió toda la techumbre que descansaba sobre la clásica armadura de par y puente salvando la bóveda, por un nuevo tejado sobre cercha metálica, también se abordaron obras de reconstrucción en la zona del Claustro. Se reconstruyó la cúpula del crucero, se consolidó los muros, se rehizo los arcos y las pechinas, y sobre ellos se monta la gran cúpula, con cuatro luceras elípticas en los arranques. Para simplificar, se prescindió del tambor sobre el que se apoyaba la antigua bóveda y de la que queda algún indicio. Compensando la altura que tenía el tambor peraltando metro y medio la cúpula.

Se decora ésta con nervios resaltados y motivos de yeso, igualando al resto de la Iglesia. En la nave central se procede a su demolición para rehacerla. En el interior se restauran cornisas, pilastras, molduras, y se guarnecen, también con yeso, los paramentos, actuando sobre las capillas que daban a la calle Labrador y sobre las portadas.

Así llegamos al inicio del siglo XXI en el que el Ayuntamiento en un deseo de darle utilidad a nuestros edificios ociosos, convenía con la Federación Andaluza de Cooperativas de trabajo asociado la cesión de todo el conjunto para la implantación de un centro dedicado a la formación de futuros directivos de cooperativa, siendo las obras de adaptación y rehabilitación por cuenta de la Federación de Cooperativas. Nuevamente Doña Mercedes Mora de los Reyes nos facilita las actuaciones acometidas.

El objetivo inicial del Proyecto de Intervención, que se realiza a través de la "Escuela Taller Iglesia de la Merced" (2000-2002), era la rehabilitación completa del Conjunto Histórico "Iglesia de la Merced" (Antiguo Convento de Descalzos de Nuestra Señora de la Merced y Redención de Cautivos y Antiguo Hospital de la Misericordia), mediante la conservación y restauración de la Iglesia, de la Torre y de los accesos a dicho Convento, (incluyendo la intervención en un solar inmediato al Conjunto) para garantizar su preservación y permanencia.

Como mal menor tenemos recuperado una parte del patrimonio, aunque en esta ocasión el uso sea bien distinto para el que fue pensado.

Manuel García Aguilar

Osuna, 5 de junio de 2020