Nuestros Sagrados Titulares

Nuestro Padre Jesús Caído

«Tiene Osuna un Cristo mercedario, con rostro macerado por aceitunada pátina, nariz aguileña de hebraica raigambre, recia y soberana hondura, en cuya hechura hubieron de encontrarse no una sino sendas figuras, que en su rodar hubieron de beber los vientos de un sentimiento religioso unísono para que a la par dieran empírica materialización a tan hermosa imagen. La una, la del piadoso fundador de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído; la otra, la de un artista casi desconocido que tuvo el hálito interior de modelar en perecedera materia lignaria lo que estaba llamado a ser pura divinidad.»

(Pedro J. Moreno de Soto. «Los orígenes de la cofradía de N.P. Jesús Caído». Semana Santa en Osuna, 2007.)

La imagen de Nuestro Padre Jesús Caído es una escultura labrada en madera de cedro, policromada, de vestir, cuyo brazo derecho está articulado para ajustar a la cruz. Su autor es el imaginero astigitano Alonso Gayón, quien la esculpió en 1703.

Originariamente, la imagen del Señor representaba el momento de la caída junto a la columna tras ser flagelado (Juan, 19-1). Según se colige de las primigenias reglas, debía ir en un paso de misterio acompañado por otras cinco imágenes secundarias, ángeles y sayones, situadas alrededor del Señor de la Caída. De estos simulacros no ha llegado otro testimonio hasta nuestros días.

En la década de los años 60 del siglo XX, por razones que hoy en día se desconocen realmente, se produjo una alteración en la iconografía del Señor. Así, se adaptó la cabeza de la talla original —a la que le fue añadida corona de espinas— al actual cuerpo, que abraza la cruz en la caída, obra del imaginero Antonio Izquierdo.

Desde entonces pasó a reflejar el momento de una de las caídas del Señor en su subida al monte Calvario (Mt 27, 31-32, Mc 15 20-22, Jn 19, 17, Lc 23, 26).

En el año 1991, el cuerpo del Señor fue retallado con ocasión de la restauración efectuada en Sevilla por el imaginero Juan González García Ventura.

Documentada la autoría en una restauración

Hay constancia documental de dos restauraciones de la imagen del Señor. La primera se verificó en 1991 por Ventura, como se ha apuntado. Al Señor se le reconstruyó la oreja izquierda, se le eliminaron las pestañas que anteriormente poseía y su color le fue patinado y unificado. De igual forma, como ya se ha indicado, su cuerpo fue retallado.

Al margen de aspectos estéticos, lo más trascendental de esta intervención fue el hallazgo en la cabeza del Señor de un documento histórico extraordinario: El pergamino de 1703 que documenta la autoría de la escultura por el imaginero Alonso Gayón.

La segunda restauración de la imagen, tras elevarse la propuesta a cabildo general y ser aprobada por unanimidad, se llevó a cabo entre los meses de octubre y noviembre de 2016 por parte de la empresa Ars Nova Restauraciones S. L. El trabajo estuvo a cargo de los restauradores don Fabián Pérez Pacheco y doña Eva Morata Pla.

En esta intervención, la imagen fue sometida a una limpieza general, dado el oscurecimiento que había sufrido debido a depósitos de suciedad. También, le fue subsanada una grieta en la muñeca izquierda y le repusieron las pestañas, con lo que se devolvió al Señor la expresividad en la mirada que poseía antes de la intervención de 1991. Asimismo, se redimensionó la peana del Señor, causa principal de los desperfectos en la mano que apoya en el suelo.

El Señor fue repuesto al culto el 27 de noviembre de 2016, primer domingo de Adviento, en la iglesia del convento mercedario de la Encarnación. Los trabajos de restauración fueron bendecidos por don Antonio Jesús Rodríguez Báez, párroco de la Asunción y director espiritual de la Hermandad.

Barroco realista

Se trata de una imagen cuyo mayor mérito se manifiesta en su portentoso rostro. Es una obra barroca de carácter realista que cuenta con una barba breve y ojos almendrados, al filo de cuyos párpados se atisban sutilmente las lágrimas del Señor.

El pelo está compuesto de forma asimétrica. Cae sobre el perfil derecho del rostro y deja libre la oreja de la mitad izquierda, detalle este más inteligible al observarse las imágenes de la disposición original de la talla.

Presenta una abertura en la boca, con labios carnosos y estrechos, en posición exhalante, y refleja la extenuación del Señor en los momentos que representa.

Dentro de la voluntad del artista, con el fin de dotar a la imagen de su carácter realista, destaca el perfil hebraico del rostro del Señor, conseguido por un especial trazo de la nariz; además de ello, se refleja en su cara la hinchazón producida por el golpe que, según narran los Evangelios (Juan 18-22), recibió Jesús ante Anás.

Ajuar del Señor

El Señor cuenta con diferentes juegos de potencias. Las más antiguas datan del siglo XVIII, hechas en plata con incrustaciones de piedras preciosas. Las que habitualmente luce en las salidas procesionales son de plata sobredorada. Asimismo, cuenta con otro juego, también en plata.

El ajuar de Nuestro Padre Jesús Caído está compuesto por un buen número de túnicas, tanto largas como cortas. De entre las largas destacan la de terciopelo burdeos, estrenada en 2005 y otra de raso morada. Entre las cortas destacan la de terciopelo tornasolado bordada en oro, confeccionada por el Hermano Mayor Honorario de nuestra Cofradía, don Joaquín Arauz Hurtado, así como la de paño morado obra del afamado sastre Cerezal, que data de 2003. En la Semana Santa de 2019 estrenó túnica larga, de terciopelo de Lyon burdeos, bordada en oro por don Vicente Ramos Cadaval.

Paso tallado por un hermano

Históricamente, el Señor de la Caída ha gozado, y goza, de gran devoción en Osuna. Se encuentra, sin duda, entre las de mayor predicamento dentro y fuera de nuestra villa. Se cuentan por millares los devotos que arrastra el Señor en sus actos de culto y salidas procesionales. Cabe reseñar que, desde hace varias décadas, el Señor ha hecho florecer una especial devoción dentro de la comunidad gitana de Osuna.

Nuestro Padre Jesús Caído sale en procesión sobre paso neobarroco, de caoba, con incrustaciones en limoncillo. Es obra del tallista ursaonés Antonio Álvarez, hermano de la Cofradía, quien hizo donación de su trabajo en 1962.

El paso presenta motivos inspirados tanto en la torre como en la iglesia de la Merced. A modo de ejemplo, las trazas de los querubines del frontal o la trasera siguen los de la puerta de la iglesia mercedaria, y las columnas y otros elementos están claramente sugeridos por detalles de la torre.

Presenta en las esquinas cuatro faroles, rematados por la corona ducal en plata. Primitivamente, en el sitio de los faroles figuraban cuatro hachones. En las esquinas de la canastilla van las figuras de los cuatro evangelistas, añadidos posteriormente.

Uno de los elementos más característicos es su monte. Es costumbre que vaya exornado de lirios, flor que ofrece un vistoso colorido en contraste con la caoba del paso.

Otro elemento que destaca es el soporte de la cruz: una torre de la Merced en miniatura, como recuerdo y símbolo del barrio en cuya iglesia fue erigida la Hermandad.


Nuestra Señora y Madre de los Dolores

«La imagen de Nuestra Señora de los Dolores es de una singular belleza: original asunción entre un canon popular, con rostro de facciones turgentes y expresión de dolor contenido, y un clasicismo elegante. Es de una juventud previa aún a la plena madurez, no es una imagen de dolor lacrimoso, compungido, sino que es expresión de una serenidad cargada de matices expresivos. Su modelado es suave, blando; sus formas son redondeadas, lo que hace su expresión natural. Su clasicismo se recoge además en esos originales rasgos de belleza serena pero cargada de expresividad. Nuestra Madre expresa dolor, pero no teatraliza, porque quiere ser equilibrada y contenida».

(Fabián Pérez Pacheco. Extracto de «Trabajos de restauración de la Sagrada Imagen de Nuestra Señora y Madre de los Dolores». Semana Santa en Osuna, 2018.)


La imagen de Nuestra Señora y Madre de los Dolores es de vestir, de candelero, fechada entre los siglos XVIII y XIX. Su autoría ha sido tradicionalmente atribuida al imaginero Gabriel de Astorga; entre otros especialistas, por don José Roda Peña, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla. Sin embargo, el investigador don José Luis Romero Torres le otorga una datación más remota.

Este investigador toma como referencia el año 1792 para descartar atribuciones anteriormente realizadas. Por una parte, la de Juan de Astorga, quien había nacido en Archidona tan sólo 13 años antes de la hechura de la imagen, por lo que es imposible que la realizara. Por otra parte, la del escultor malagueño Fernando Ortiz, por la semejanza con la Virgen de la Amargura de la hermandad malagueña de Zamarrilla. La relación con Ortiz es errónea, ya que el artífice había fallecido en 1771, 21 años antes.

Entre Málaga y Sevilla

En los años finales del siglo XVIII destacaban en Málaga tres escultores: Antonio de Medina, Francisco de Paula Gómez de Valdivieso y Salvador Gutiérrez de León. Por los rasgos formales de la Virgen de los Dolores, José Luis Romero Torres la considera obra de la primera etapa de Salvador Gutiérrez de León, cuyo modelo estético repitieron las siguientes generaciones de escultores de su familia (hijo, nieto y biznieto). Este hecho explica la pervivencia de recursos compositivos y expresivos en imágenes femeninas posteriores, como la Virgen de la Amargura de Zamarrilla, atribuida ya hace años a esta familia.

(Romero Torres, José Luis: «El escultor Fernando Ortiz, Osuna y las canteras barrocas», Cuaderno de Amigos de los Museos, Patronato de Arte de Osuna, Osuna, 2009. 

Sin embargo, el investigador Francisco Javier Sánchez de los Reyes atribuye la autoría a Gabriel de Astorga. En un artículo titulado «La Divina Pastora trianera como referencia para un estudio de la obra mariana del imaginero Gabriel de Astorga», publicado en el número de noviembre de 2003 del Boletín de las Cofradías de Sevilla, este investigador analiza una serie de imágenes en distintas localidades. Entre ellas, nuestra Sagrada Titular. De ella escribe:

«Virgen de los Dolores, de la Hermandad de Jesús Caído y Ánimas y Negaciones y Lágrimas de San Pedro, de Osuna, en la iglesia de Santo Domingo. Atribuida con fundamento evidente, en contra de su adscripción al padre, Juan de Astorga.»

Por tanto, Sánchez de los Reyes viene a reforzar en su análisis la hipótesis que tradicionalmente se ha sostenido, como es la atribución de la hechura de la imagen al escultor sevillano Gabriel de Astorga (siglo XIX).


También en esta línea coinciden los recientes trabajos de restauración de 2017 realizados por Morata Pla y Pérez Pacheco, a partir de los cuales se retoma la atribución a Gabriel de Astorga y su datación en torno a 1851. Incluso, estos restauradores refieren gran similitud de nuestra Dolorosa con la Soledad de San Buenaventura, de Sevilla, realizada por Astorga hijo en esos mismos años.

Esta teoría encuentra también acomodo en «El inventario de 1873», donde se refleja esta descripción histórica: 

«La efigie de Nuestra Señora de los Dolores (hecha por el escultor Astorga y pagado su importe por esta cofradía de la que es propia para poder disponer de ella ahora y siempre)».

Tan contundente cita sugiere considerar seriamente la hipótesis del encargo de la hechura a Gabriel de Astorga de La segunda Dolorosa en el siglo XIX, por razones que actualmente se desconocen.

En reciente artículo publicado en la Revista «Semana Santa de Osuna, 2021», se afirma que «las fechas estimadas de la hechura de la Dolorosa actual pueden delimitarse aún más; en concreto, entre 1869, año siguiente a la Revolución Gloriosa, que llevó al exilio a Isabel II, y 1873, primer año de la I República».

La Hornacina, prestigioso portal especializado en arte sacro e imaginería, venía a corroborar esta misma hipótesis en una publicación reciente sobre nuestra Sagrada Titular incluida en una selección —«Mater Dolorosa»— dedicada a las Dolorosas de Gabriel de Astorga, 


En cualquier caso, se trata de una imagen de una importancia capital dentro del modelo imaginero mariano, pues adelantaría el canon de las imágenes de vestir que tradicionalmente se ha venido dando en Andalucía desde esas fechas, lo que se ha venido denominando «el modelo de Virgen sevillana», del cual Juan de Astorga es su principal exponente.

Sereno, pero profundo dolor

En su morfología, la Virgen mira hacia arriba con la cabeza ligeramente ladeada hacia la izquierda. Las manos originales de la Señora son entrelazadas, como se observa en alguna de las imágenes de más abajo, aunque también cuenta con un juego de manos abiertas que datan de principios de los años 60 del siglo XX. Fueron estas manos las que hasta 2006, año de la recuperación y restauración de las originales, vino luciendo.

La expresión del rostro de la Madre nos muestra un sereno, aunque profundo dolor y llanto, con tres lágrimas que brotan por las mejillas de la imagen. El tono de la mascarilla es predominantemente en tonos claros, con ligero sonrosamiento de las mejillas. Según los investigadores, su policromía es la original.

Dos restauraciones

De la Virgen se tiene constancia de dos restauraciones. La primera, de 1991, es obra de Juan González García, Ventura, y la más reciente, en los primeros meses de 2017, de Ars Nova Restauraciones S. L., a cargo de Eva Morata Pla y Fabián Pérez Pacheco.

Ambas restauraciones fueron pertinentemente aprobadas en sendos cabildos generales de hermanos. En la última se le eliminaron, además de la suciedad en el rostro, diversas pátinas amarillentas. De igual manera fueron subsanados, mediante estucado y repintado, los numerosos alfilerazos que había sufrido la talla en la cabeza y el pecho.

La Virgen de los Dolores fue repuesta al culto el 18 de febrero de 2017, en la iglesia de Santo Domingo. Los trabajos de restauración quedaron bendecidos por nuestro director espiritual y párroco, don Antonio Jesús Rodríguez Báez, en una misa de acción de gracias especialmente dedicada a este fin.

Extenso ajuar

El ajuar de Nuestra Señora y Madre de los Dolores es muy extenso, tanto en sayas como en pañuelos, rostrillos, mantos, joyas y puñales.

De entre todo el ajuar destacan, por una parte, dos de las tres coronas, una de ellas, la de salida y más antigua, realizada en plata sobredorada, y otra en plata. Por otra, hay que destacar el gran número de sayas, muchas de ellas confeccionadas por nuestro Hermano Mayor Honorario, don Joaquín Arauz Hurtado.

El último día del triduo de la Cuaresma de 2017 fue presentada y bendecida una nueva saya, confeccionada por el bordador sevillano don Vicente Ramos Cadaval, cuyo dibujo está inspirado en una valiosa saya del siglo XIX que poseía la Virgen.

También es amplio el catálogo de mantos de la Virgen; de entre ellos destaca el de salida, de terciopelo azul y oro, bordado en 1914 por las hermanas del convento de San Pedro, de Osuna, y restaurado en los años 60 del siglo XX.

Paso de palio

Nuestra Señora y Madre de los Dolores sale en procesión en precioso paso de palio plateado. Sus respiraderos fueron labrados en 1980 por el orfebre sevillano Manuel de los Ríos. Los varales son de los talleres de Villarreal y datan de los años 60.

El palio, de terciopelo azul y bordados en oro, presenta techo y bambalinas dorados. Los motivos dorados de las bambalinas en su parte exterior proceden de la túnica de cola bordada que tenía el Señor para su salida procesional con la iconografía primitiva, junto a la columna. La bambalina frontal está rematada por el escudo de Osuna, el escudo de la Orden de la Merced y la Corona Real.

Un detalle a tener en cuenta es que cada varal del palio fue donado por hermanos y devotos de la Señora, constando el nombre de cada donante en la base de los mismos.