Los estrenos de 1966 y las generosas donaciones

De dominio público es que —salvo contadas excepciones— la mayoría de las hermandades de Osuna no manejan grandes presupuestos, siendo sus ingresos económicos ordinarios los procedentes de las modestas cuotas anuales de los hermanos, las ganancias de la venta de loterías y, en su caso, de alguna caseta de feria. Los beneficios obtenidos por estas fuentes se convierten en los pilares para el sostenimiento material de muchas corporaciones, superando toda clase de obstáculos hasta la culminación, año tras año, de unas bellísimas estaciones de penitencia en nuestra Semana Santa.

Si a los elevados costes que originan las onerosas salidas procesionales le añadimos otros gastos e inversiones excepcionales de todo tipo, normalmente ligadas a la mejora del patrimonio artístico de las cofradías, los juegos de malabares de los regentes de una hermandad ya rozan el terreno de lo imposible.

Y en este punto, no cabe otra salida que esperar -directa o indirectamente- el auxilio y la colaboración desinteresada que prestan los hermanos, devotos y fieles, la cual se agradece profundamente. Como es natural se valora la aportación en sí misma pero, tanto o más, la demostración de solidaridad y confianza que depositan las personas que entregan sus donativos. Incluso podemos decir que es un acto generador de sinergias positivas, más allá del alivio por lo puramente crematístico.

Normalmente los retos y proyectos que afronta una cofradía suponen una recuperación, restauración o adquisición de patrimonio artístico, cultural y religioso de considerable valor. Por tanto, siempre se pretende mejorar, embellecer o enriquecer cualquier elemento destinado a contribuir a la veneración y contemplación de sus Sagrados Titulares; sea para la devoción más íntima que puede disfrutarse diariamente en sus capillas u oratorios, sea para el lucimiento público de actos, cultos y estaciones de penitencia que se celebran anualmente con carácter más multitudinario.

En la mayoría de las ocasiones, con las colaboraciones de los hermanos -y no hermanos- cada granito de arena suma hasta lograr la cima de la montaña que se pretendía alcanzar.

Tras esta introducción general, pasamos al contenido central de esta entrega como es un documento de gran valor histórico para la hermandad al que hemos tenido la fortuna de acceder y ahora poder compartir con los hermanos. Nada menos que el acta del cabildo de cuentas que se desarrolló tras la reciente celebración de aquella Semana Santa de 1966.

Dos años después del obligado desplazamiento de la cofradía de la Merced a la iglesia de Santo Domingo y un año tras la sustitución de la iconografía original de Nuestro Padre Jesús Caído obra de Alonso Gayón, tienen lugar hechos extraordinarios para la cofradía de los que, como no podía ser de otra manera, se deja constancia en acta.

Tal como se recoge en los anales de la hermandad, el «7 de abril, Jueves Santo. Se recupera la cabeza con el rostro primigenio de Nuestro Padre Jesús Caído, obra de Alonso Gayón, que se adapta a la talla del cuerpo esculpido por Antonio Izquierdo, dado que el nuevo rostro del Señor no resultó muy afortunado».

La lectura del acta aporta un dato muy significativo, como es la identificación y agradecimiento para la posteridad de la persona encargada de realizar esta delicada tarea de adaptación y restauración, don Antonio Álvarez Sánchez, tallista de profesión y hermano de la cofradía, quien tan sólo unos años antes (1962) había protagonizado otra magnífica obra para la hermandad, como fue la hechura y donación del paso actual del Señor, hecho del que no existen precedentes ni tiene parangón conocido. Con estas líneas nos sumamos al agradecimiento y extendemos el reconocimiento público de este destacado hermano cuyo trabajo, humildad y generosidad han trascendido hasta nuestros días.

La otra información destacada recogida en los anales de 1966 es el «Estreno del palio en el paso de Nuestra Señora y Madre de los Dolores, con varales labrados en los sevillanos talleres de Villarreal. De la orfebrería destaca en su conjunto la candelería, adquirida a la hermandad trianera de la Estrella. El palio, de terciopelo azul y bordados en oro, tiene su techo y bambalinas dorados. El frontal del mismo lo rematan el escudo de Osuna, el escudo de la orden de la Merced y la Corona Real. Cada varal del palio fue donado por hermanos y devotos, constando el nombre de cada donante en la base de los mismos».

La lectura del acta nos aporta la identificación del orfebre sevillano don Antonio Pérez Barrio como verdadero artífice del palio completo y la relación de hermanos que con sus espléndidos donativos facilitaron que la hermandad pudiera lucir tan brillantes estrenos que perduran hasta nuestros días. Con la recuperación de este documento y su difusión, la desinteresada disposición de los hermanos de antiguas generaciones se hace hoy presente y se renuevan los agradecimientos.

Para apreciar la verdadera dimensión o magnitud de las donaciones recibidas basta con realizar una sencilla comparativa entre el estado de cuentas en que se refiere encontrarse la corporación y las cuantías de las distintas aportaciones altruistamente entregadas por los hermanos.

No nos detendremos en más detalles y matices de los muchos que contiene este acta histórica que pasamos a mostrar. Pese a que la calidad de la imagen no sea óptima, consideramos que prevalece el interés del documento.

«En la Villa de Osuna, siendo las trece horas del día 10 de mayo de 1966, reunidos en Cabildo General en la sacristía de Santo Domingo por estación y repique de campanas como disponen nuestras Reglas los señores que al margen se exponen, bajo la presidencia del señor cura párroco don Desiderio Salas García y del señor coadjuntor don Francisco Muñoz Serrano, queda abierto el acto.

Por el señor hermano mayor y señor depositario, se da a conocer a la general, el estado de cuentas correspondientes al pasado año y una vez leído en voz alta los justificantes de ingresos y pagos resulta un saldo a favor de pesetas 4.411.35 ptas., las cuales pasan para el presente año.

Al mismo tiempo se da a conocer a la general la labor desarrollada por un grupo de hermanos, que con su sacrificio económico se ha podido llevar a cabo varios extremos dignos de enumerarse, ya que se trata del engrandecimiento de nuestra hermandad, cuya relación se detalla a continuación, restauración total de la imagen de Nuestro Padre Jesús Caído, potencias nuevas donadas por los siguientes hermanos, D. Manuel Paéz González, D. Juan M. Fernández Castro. Palio completo para Nuestra Santísima Madre de los Dolores, genial obra del orfebre sevillano don Antonio Pérez Barrio. Techo y bambalinas bordados por las bellas manos de las monjitas de San Pedro con su correspondiente hilera de oro, en cuyo centro lleva pintada una bella imagen de la Inmaculada genial inspiración de nuestro sacrificado hermano que está demostrando un verdadero cariño por nuestras sagrada imágenes, Sr. Álvarez Sánchez, a cuyo señor le tenemos que atribuir la restauración de la hermosa escultura de Jesús Caído, acabada totalmente, así como estos trabajos llevados a cabo en la hermandad, doce varales de plata repujada, obra llevada a cabo por un grupo de hermanos, que bajo la dirección del Sr. Hermano Mayor don Eduardo Quijada Pachón y la colaboración de los siguientes hermanos, verdaderos cofrades que desinteresadamente con su aportación económica cuyos donativos se reflejan a continuación, se han podido llevar a cabo los estrenos antes mencionados, don Eduardo Quijada Pachón 5.000 ptas., don Félix Pelayo López 5.000 ptas., don Manuel Rodríguez León, 5.000 ptas., Manuel Andújar Caballero 5.000 ptas., don Francisco Rodríguez Vilches 5.000 ptas., don Antonio Oriol Puerta 5.000 ptas., don Juan Fernández Borrero 27.000 ptas., don Antonio Arce Feria 4.000 ptas., don Pedro Maysounave Rodríguez 1.000 ptas., don Eduardo Rodríguez Torrejón 1.000 ptas., don Manuel Páez González 1.000 ptas y don Antonio González Sánchez 500».


J.C.M. 25/10/2020