
La Columna | Ángela Zamora Berraquero. Publicado en MERCED, nº9 —Septiembre, 2023—
Septiembre, el mes de la Virgen de los Dolores
Septiembre llega a nuestras vidas como un susurro de esperanza, anunciando la llegada de la Virgen de los Dolores, quien con su presencia llena de paz y consuelo nuestros corazones. Su imagen delicada y compasiva se encuentra presente en cada rincón de nuestra querida Osuna, recordándonos que no estamos solos en este caminar terrenal.
Septiembre, en este municipio, no es más que solo el noveno mes del calendario; es un periodo sagrado en el que fe y devoción se entrelazan en una celebración única y significativa: el Mes de la Virgen de los Dolores.
El origen del «Mes de Dolores» tiene profundas raíces históricas y religiosas. En algunos países, como el nuestro, este periodo está vinculado con la conmemoración de la Virgen María y su dolor mientras acompañaba a Jesús en su camino hacia la crucifixión. Este mes también es un recordatorio de la vulnerabilidad de la vida humana y la importancia de valorar cada momento. A través del dolor y la tristeza, se busca fortalecer el espíritu y encontrar la esperanza en medio de la pérdida. Es una oportunidad para reflexionar sobre nuestra propia existencia y cómo impactamos la vida de quienes nos rodean.
Aunque septiembre evoca el dolor de la pérdida, también inspira la esperanza en un futuro mejor. La fe en una vida después de la muerte y la creencia en la trascendencia del alma son fundamentales en estas celebraciones. La esperanza de que nuestros seres queridos fallecidos están en un lugar de paz y descanso ofrece consuelo a los corazones afligidos.
Desde mi infancia, la figura de la Virgen de los Dolores ha sido un faro en mi vida, una presencia consoladora y una fuente inagotable de inspiración. En cada rincón de Osuna, es fácil encontrar la imagen de la Virgen, delicadamente vestida con su manto oscuro y una mirada compasiva. Su imagen trasciende las paredes de la iglesia, pues se encuentra en cada hogar, en cada tienda y en el corazón de cada habitante de esta tierra.
El besamanos, un momento mágico
El mes de la Virgen comienza con profunda solemnidad. La iglesia se adorna con flores, velas y ornamentos cuidadosamente dispuestos para recibir a la Madre de los Dolores. Toda la Hermandad de Jesús Caído participa al unísono con devoción en la preparación del altar, rindiendo homenaje a la Madre que tanto amamos y veneramos.
Pero lo que realmente hace que esta celebración sea especial es el besamanos, un momento mágico. Durante ese momento mágico que compartimos con la Virgen, sentimos la cercanía de su amor maternal.
Es un instante en el que nuestras plegarias encuentran un eco en su corazón compasivo. Al besar su mano, sentimos la certeza de que no estamos solos, de que siempre hay una mano que nos acompaña en nuestros desafíos y penas.
Cuando la imagen de la Virgen de los Dolores está en la iglesia de Santo Domingo, un silencio reverente se apodera de la multitud. Los corazones laten a la vez, y nuestras almas se elevan en comunión. Pasos pausados, mientras los rezos y los cánticos se entremezclan en sintonía de fe y gratitud.
Para mí, septiembre en Osuna es también un tiempo para sanar heridas emocionales. He encontrado en la Virgen de los Dolores un refugio para expresar mis sentimientos más profundos, mis pesares y mis anhelos. Es como si la Virgen escuchara mis plegarias en silencio, ofreciéndome la comprensión que solo una madre puede brindar.
Cada año, septiembre me enseña que la fe no es solo una tradición pasiva, sino una fuerza activa que nos impulsa a crecer, a amar y a ser mejores seres humanos. La Virgen de los Dolores me inspira a enfrentar los desafíos de la vida con coraje y a abrazar la esperanza en tiempos de incertidumbre. Cuando el Mes de la Virgen de los Dolores llega a su fin, mi corazón se llena de gratitud por haber sido parte de esta celebración tan especial. Es un tiempo que me conecta con mis raíces, con mi fe y con la esencia de lo que significa ser una parte integral de esta comunidad.
Así, cada septiembre en Osuna, el Mes de la Virgen de los Dolores se convierte en un viaje profundo al corazón de mi fe y mi identidad. Es un mes de encuentro con lo sagrado, con lo espiritual y con lo más profundo de mi ser. Es un tiempo para rendir homenaje a la Madre de los Dolores y para encontrar consuelo en su amor incondicional. Es una experiencia que me llena de esperanza y que me recuerda que, sin importar las circunstancias, siempre hay un refugio en los brazos de la Virgen. Que este mes sea un tiempo de renovación espiritual y de amor compartido. Que la Virgen nos bendiga y proteja, y que sigamos caminando juntos en la esperanza y la unidad.