
La Columna | Juan Carlos Maysounave. Publicado en la Revista MERCED, nº3 —Septiembre, 2021—
Un mismo Cristo, dos imágenes
La sustitución de la primitiva talla del Santo Cristo de la Caída en 1965 vino a modificar bruscamente la representación originaria de un singular modelo de iconografía devocional, el denominado Cristo de la Púrpura, o Jesús recogiendo sus vestiduras después de la flagelación —que ha sido considerada «una de las iconografías más originales y sugestivas que se prodigan dentro del ciclo pasionista representado en la Semana Santa andaluza»[*]—, hacia otro prototipo iconográfico compatible con el de Jesús Nazareno Caído o Jesús de las Tres Caídas camino del Calvario. Afortunadamente, se decidió enseguida la recuperación del prodigioso rostro original de Gayón, quedando felizmente integrado al nuevo cuerpo labrado por Izquierdo.
Hoy en día, Nuestro Padre Jesús Caído es una de las imágenes que cuenta con mayor predicamento devocional en Osuna. Con esta adaptación, de la genial obra de Alonso Gayón «nos resta la portentosa cabeza de la imagen titular de la cofradía, que se aprecia tallada por experta mano, sabedora de los secretos propios del oficio y de la recóndita geografía del alma humana donde mana la inspiración creadora que convierte en cuerpo tangible lo que ha de ser pura transparencia trascendente. Ambas esferas en una voz unitaria en alto grado se encuentran en esta talla.» [*]
Esta combinación resultante entre el antiguo rostro y el posterior cuerpo, así como la disposición atípica de la cruz portada sobre el hombro derecho, sin duda le han conferido unos rasgos únicos a Nuestro Sagrado Titular.
Un mismo Cristo en el que, de alguna manera, conviven dos imágenes y dos iconografías a lo largo de los siglos. Sin duda, algo extraordinario. No encontramos aquí mejor descripción posible que la sublime exposición de Moreno de Soto [*]: «Tiene Osuna un Cristo mercedario, con rostro macerado por aceitunada pátina, nariz aguileña de hebraica raigambre, recia y soberana hondura, en cuya hechura hubieron de encontrarse no una sino sendas figuras, que en su rodar hubieron de beber los vientos de un sentimiento religioso unísono para que a la par dieran empírica materialización a tan hermosa imagen. La una, la del piadoso fundador de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído; la otra, la de un artista casi desconocido que tuvo el hálito interior de modelar en perecedera materia lignaria lo que estaba llamado a ser pura divinidad».
El bucle nostálgico
Curiosamente, esta excepcional «connivencia iconográfica» resulta extensible a otras circunstancias históricas de la Real Esclavitud que han marcado y, aún hoy, siguen siendo objeto de cierta relevancia. Nos referimos al forzoso traslado de sede eclesiástica tras el derrumbe de la iglesia de la Merced, que parece haber dejado un poso de añoranza y pérdida, como si de un duelo no superado se tratase.
No siendo un antecedente exclusivo de nuestra hermandad, pues desgraciadamente otras cofradías de Osuna han experimentado similares circunstancias, que han asimilado con mayor naturalidad, en el devenir de nuestra hermandad parece haber resultado especialmente traumático, a pesar de que muchas generaciones de hermanos ni siquiera pueden tener recuerdos o vivencias de ese pasado mercedario.
En el caso de la duplicidad iconográfica del Señor de la Caída cabe una airosa salida hacia delante del «bucle nostálgico» que, nos consta, ha sido seriamente valorado por anteriores juntas de gobierno —a nuestro parecer de forma acertada—, pues este asunto trasciende del análisis iconográfico devocional y puede percibirse a todas luces como una cuestión histórica y cultural de incalculable valor para la hermandad y para la Semana Santa de Osuna.
Si atendemos a las conclusiones del Informe de restauración previo a los recientes y atinados trabajos sobre Nuestros Sagrados Titulares (2016-2017), los restauradores Pérez Pacheco y Morata Pla concluyen en la necesidad de «hacer ver a los hermanos (...) que el azaroso devenir del primero de los titulares de la corporación es, precisamente, su mayor activo patrimonial, en lo histórico, en lo artístico y en lo espiritual, pues en ella se identifica una materia artística que ha sido, además, objeto de devoción».
Bajo estos parámetros —y siempre desde el más absoluto respeto hacia la imagen devocional contemporánea que conocemos de Nuestro Padre Jesús Caído, objeto de tan extraordinaria y fervorosa admiración por el pueblo de Osuna, sobre la que no cabe ningún efecto—, volvemos a concluir con esta reflexión: ¿sería una utopía emprender una restauración de la primitiva imagen retirada al culto sin más finalidad que la de su recuperación patrimonial y artística?
[*] MORENO DE SOTO, P.J. "Manuel de Ávalos Pimentel, Alonso Gayón y los orígenes de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Caído de Osuna". Semana Santa en Osuna, 2007.