En el centenario de N. H. Joaquín Arauz Hurtado, Hermano Mayor Honorario de Jesús Caído (1921-2021) 

N. H. Joaquín Arauz Hurtado (q.s.G.h.), único Hermano Mayor Honorario de nuestra Real Esclavitud en sus más de 300 años de historia, cumpliría hoy, 5 de noviembre, su primer centenario. 

Nació en Huelva el 5 de noviembre de 1921. Un destino profesional le trajo hasta Osuna en 1963. 

Junto a él vino su familia: Antoñita Rivero Valdés, su mujer, y Joaquín, Mercedes y Miguel Ángel, sus tres hijos. Una familia que se vio ampliada cuando Joaquín y Antoñita ingresaron en la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído y Ánimas. 

Aquí, en Osuna, se quedaron para siempre. Joaquín falleció el 6 de agosto de 2016, en la festividad de la Transfiguración del Señor, y Antoñita, el 3 de enero de 2020, recién iniciado un año que habría de resultar trágico para todos. Ambos reposan juntos y para la eternidad en el panteón de la Hermandad. 

Como homenaje a la inextinguible memoria de Joaquín, nuestro entrañable Hermano Mayor Honorario, y en estas fechas en que un par de piezas bordadas por él para la Hermandad del Rocío de Osuna están expuestas en una magna muestra rociera que se celebra en Sevilla, reproducimos un par de textos a él dedicados. 

Por una parte, una entrevista que concedió para el Boletín de nuestra Hermandad en la Cuaresma de 2008 y, por otra, la necrología publicada en el ABC de Sevilla días después de su definitivo encuentro en la Gloria con el Señor de la Caída y su bendita Madre, la Virgen de los Dolores, de la que fue su camarero terrenal. 


Entrevista Joaquín Arauz y Antonia Rivero, un matrimonio de Jesús Caído, «de toda la vida» 


-¿De dónde viene su vinculación con la Hermandad de Jesús Caído? ¿Cuándo fue nombrado camarero de Nuestra Señora y Madre de los Dolores? 

-Llegamos a Osuna en el año 1963, provenientes de la provincia de Huelva. Fue el tiempo en que se produjo el hundimiento de la Merced y estaba entonces de párroco don Francisco, con el que manteníamos una gran amistad. Años antes del hundimiento nuestros Titulares se encontraban ya en la parroquia de Santo Domingo, debido al mal estado de la Merced. Estaban vistiendo a la Virgen en la sacristía de aquel año 1963 y me presté a ayudar. A partir de ahí estuve unos 35 años vistiendo a Nuestra Señora y Madre de los Dolores. 

-¿Qué se siente al tener el privilegio de vestir a Nuestra Señora y Madre de los Dolores? 

-Nos sentimos muy privilegiados de haber sentido a la Virgen tan cerca de nosotros. Al vestirla mantenía siempre conversaciones con Ella y Antonia se emocionaba al verme vestir a nuestra Virgen. Ella ha planchado y preparado muchas veces las enaguas y vestiduras de nuestra Virgen. 

-¿Qué significa para usted la Hermandad de Jesús Caído? 

-J. Arauz: Para mí significa muchos sentimientos: cariño, emoción,... era una hermandad en la que había mucha unión. Los vecinos del barrio de la Farfana venían a ayudarnos a limpiar nuestros pasos y en nuestra Hermandad hacíamos una gran fuente de picadillo con el que comían estos vecinos y todos los que se acercaban a implicarse en el montaje de nuestros pasos. Hemos pasado muchos momentos de convivencia en los salones de la parroquia de Santo Domingo. Éramos una hermandad muy grande. 

-A. Rivero: Desde que llegamos a Osuna nos incorporamos a la Hermandad de Jesús Caído, la hermandad nos ha dado la vida. Siempre hemos estado muy cerca de de la hermandad y ojalá Dios nos permita que sea por muchos años. Para nosotros, la Hermandad es lo primero. 

-¿Cómo se viste a Nuestra Señora y Madre de los Dolores? 

-Al principio, con pocos medios. Vestíamos a la Virgen con un trozo de seda prestado. Ahora sí se cuenta con un amplio patrimonio. A la Virgen se viste con mucho cariño, dulzura y amor. 

-¿Recuerdan algo de cuando nuestra Hermandad residía en el convento de la Merced? 

-Nosotros no vivimos esa época de nuestra Hermandad. Nosotros llegamos a Osuna un año antes del hundimiento de la cúpula de la Merced y por aquel entonces nuestros titulares estaban en la parroquia de Santo Domingo. La Virgen se encontraba en el retablo de San Antonio, y el Cristo, en la capilla de la Virgen del Rosario. El hundimiento de la Merced fue como una espera anunciada. Lo primero en caer fue una piedra del arco principal, que hizo un gran agujero en el suelo. Casi todos sus bienes, desgraciadamente, fueron expoliados. 

-Nuestra Hermandad tiene muchos enseres realizados por sus valiosas manos. Háblenos de ellos. ¿A cuál le tiene un cariño especial? 

-Me gusta mucho la Virgen con la saya rosa. Además, hice el techo del palio, cosido por hermanas de la Hermandad, la túnica bordada de Nuestro Señor, adornos para la caseta de feria, faldones del paso de palio... 

Ángela CUEVAS LIGERO Almudena REINA YERBES (Boletín de la Hermandad, Cuaresma de 2008) 


Joaquín Arauz Hurtado (1921-2016) 

El camarero de la Virgen de la Merced de Osuna 

Ha sido el único Hermano Mayor Honorario de Jesús Caído 


El inexorable paso del tiempo provocó patente y dolorosa mella en Joaquín. La fragilidad corporal, insobornable en la condición humana, había condenado su innata e incansable inquietud a la cruel atadura de una silla de ruedas. Su cuerpo se hallaba, sí, oprimido por la ligadura de una irremediable decadencia física, que empero nunca pudo domeñar su espíritu joven y libre. Incluso, la luz terrenal había quedado ya vedada a sus ojos para someterlo a otra prueba. Pero la falta de percepción de la llamita en el pabilo que iluminaba su existencia no la acusó en la oscuridad de la noche por cuanto él, Joaquín, como San Juan de la Cruz, siempre se sintió alumbrado por la sed en su búsqueda de la fuente. Joaquín Arauz Hurtado había nacido en 1921 en Huelva. Un destino profesional en la oficina de Contribuciones lo unió ya para siempre a Osuna, adonde se mudó en los años 60 en compañía de su familia: su mujer, Antoñita, el amor de su vida, y sus hijos Joaquín, dirigente de USO Andalucía en la federación de Enseñanza; Mercedes y Miguel Ángel, presidente local y portavoz municipal del PP, exdiputado del Parlamento de Andalucía y exsenador del Reino de España. 

Pronto se apuntó a la Hermandad de Jesús Caído, la tricentenaria cofradía mercedaria que un triste día de marzo de 1964 hubo de dejar su sede fundacional, el convento de la Merced, para establecerse en Santo Domingo, templo este clausurado desde hace más de diez años y cuya reapertura al culto parece próxima. No fue casual para hacerse hermano de Jesús Caído la cercanía de Santo Domingo y la oficina de Contribuciones en la entonces plaza de Pío XII, ahora de Rodríguez Marín y en la voz popular por siempre plaza del Bacalao. Tampoco resultó casual que compañero de trabajo fuese un recordado «caído»: Eduardo Quijada. 

Bendita la hora en que Joaquín quedó cautivo y se hizo hermano de Jesús Caído por la entrega y el trabajo, eficaz y callado, que siempre desarrolló a favor de la hermandad, en la que durante decenios fue camarero de Nuestra Señora de los Dolores, la madura Dolorosa a la que el pueblo conoce como la Virgen de la Merced. A Ella, a la Madre, él hablaba íntimamente siempre que la vestía. En 2012 la cofradía lo nombró Hermano Mayor honorario, único caso del que se tiene constancia. 

Pero Joaquín no trabajó sólo para nuestra hermandad mercedaria, a la que le brindó muchos diseños de bordados o le realzó el exorno de la caseta en la Feria de Mayo. También se afanó para todas las que le demandaron su colaboración, en especial la Her- mandad de Nuestra Señora del Rocío, de la que fue hermano desde la hora fundacional como fiel devoto de la Señora de Almonte y en la que fue distinguido como Prioste Honorario. Su incondicional ayuda a las hermandades, y en suma a la Iglesia, le valió el reconocimiento por parte del Consejo de Cofradías de Osuna, que le hizo entrega de su Medalla de Oro. 

Su óbito no por esperado ha causado menos consternación en todos los que lo conocimos y tratamos, que podemos contarnos por miles. La junta de gobierno de Jesús Caído -acuerdo extraordinario- vistió de luto a Nuestra Señora de los Dolores, depositaria de tantas confidencias de Joaquín a lo largo de su vida. La bandera de la cofradía cubrió su féretro antes de ser enterrado en el antiguo y recién rehabilitado panteón que la hermandad posee en el cementerio, tal y como había sido su deseo, en el primer sepelio después de muchísimos años. El escudo de la cofradía figuró en su esquela en el ABC. 

Joaquín, tan mariano, se fue una mañana de sábado, el día consagrado a la Virgen, la Mediadora Universal. San Pedro, portero del cielo y uno de los titulares de la hermandad, debió de autorizar al momento su entrada directa en la gloria. En su encuentro eterno con la Madre de Dios, Ella tal vez le dijera: 

-Ven, hijo. La fe te condujo a lo largo de tu vida; más aún cuando tus ojos ya no pudieron ver. Aquí, donde el tiempo perdió su dimensión terrenal, nunca dejará de brillar para ti la Luz Perpetua. 

José María AGUILAR (ABC de Sevilla, 12 agosto de 2016.)