La necrológica dedicada a don Desiderio (2005)

El 29 de julio de 2005, tras penosa enfermedad, falleció el reverendo don Desiderio Salas García, párroco titular de Nuestra Señora de la Asunción desde 1957 y director espiritual de la Hermandad tras el fatídico derrumbe de la antigua sede canónica de la Merced en 1964. 

Recuperamos esta histórica necrológica que se publicó en el periódico ABC de Sevilla por José María Aguilar, reconocido periodista y actual vocal de la junta rectora de nuestra Hermandad, auténtico testimonio de quien fue casi medio siglo cura propio de Santo Domingo y referente espiritual de la Cofradía.

Su figura de viejo cura que en la calle vistió de sotana hasta el último día quedará en el recuerdo vinculada para siempre, íntima y estrechamente, al paisaje de la plaza hoy de Rodríguez Marín, antes de Pío XII, el Pontífice reinante cuando llegó a Osuna hace 48 años; plaza del Bacalao, en el decir del pueblo por su singular traza, siempre a la sombra de la hermosísima espadaña ya restaurada de Santo Domingo, la antigua y bellísima iglesia de los Dominicos, antaño templo filial y hogaño sede la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción. Dos generaciones de ursaonenses, medio siglo, que se dice pronto, no han conocido otro cura, y propio que lo era, en la sede de la más antigua parroquia de la villa. ¿A cuántas parejas de Osuna pudo casar? ¿A cuántos neófitos bautizar? ¿A cuántos niños dar la primera comunión? ¿Y cuántas almas confesar...?

De recio abolengo castellano jamás perdido, culto, lector de ABC, don Desiderio fue un burgalés auténtico (Vallejimeno, 23-V-1926) que nunca renunció a sus raíces ni a una idiosincrasia acaso algo alejada del alma andaluza. Seis años llevaba ejerciendo el ministerio sacerdotal, tras su ordenación el 1 de julio de 1951, cuando Osuna entró en su vida y en Osuna se ha quedado ya para siempre tras afrontar con admirable resignación, rodeado del cariño de su familia -hermana y sobrinos- y mucho pueblo, la última y durísima prueba a la que Dios lo ha sometido.

Don Desiderio se fue el día de santa Marta, la hermana de María y Lázaro, aquélla que, en su tribulación por la muerte del hermano, halló el mejor consuelo cuando su amigo Jesús le anunció las más bellas palabras de esperanza: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá...» (Jn, 11, 19-27). Nuestro viejo cura, el de impenitente hábito de sotana, ha hallado ya la Vida y seguro que se habrá reencontrado con Antonio Cuevas, su fiel sochantre y amigo, que se adelantó unos meses en el adiós. Los dos entonan ya loores eternos a Dios.


José María AGUILAR

(ABC de Sevilla, 31 de julio 2005)